Un desorientado señor Jones se
encontraba en medio de una muchedumbre bulliciosa, que como él
desorientados, miraban frenéticamente de un lado a otro. El
inspector de hacienda dio unos golpecitos en la espalda al hombre que
se encontraba a su derecha. Llevaba un sombrero elegante, muy a la
moda burguesa y eso, le inspiraba confianza.
-Disculpe caballero ¿sabría decirme
donde nos encontramos?
-¿Que?- dijo con voz asustadiza el
anciano mientras bajaba el abalorio mostrando su incipiente calva.
-No importa. Perdóneme.
Intentó recordar inútilmente lo
último que había estado haciendo antes de aparecer allí. Nada.
Formuló varias veces la misma pregunta
a la gente de sus alrededores, obteniendo el mismo resultado. Nadie
sabía que era aquel lugar.
Jones al igual que muchos otros,
intentó moverse hacía alguna dirección con esperanza de encontrar
una salida fuera de gentío. Más y más gente, parecía que aquel
mar humano no tuviese fin.
Cuando dedujo que habían pasado varias
horas (su reloj no funcionaba desde que lo había mirado por primera
vez), decidió sentarse a esperar, no sabía muy bien a que pero no
tenía nada mejor que hacer.
Algunos vecinos (decidió llamar así a
la gente que lo rodeaba) seguían intentando desesperadamente salir
de allí, haciendo preguntas o lamentándose por que iban a llegar
tarde a una reunión o al partido de tenis con su jefe.
También se habían formado corrillos
de gente que hablaba de los penosos resultados de su equipo de
fútbol, de la incompetencia de los políticos actuales, de los altos
precios de la gasolina o del agradable clima que hacia allí. Y como
es costumbre cuando se reúne una multitud, se iniciaron peleas,
otros en cambio encontraron el amor, se abrieron botellas de alcohol
y hasta se podían ver grupos de chiquillos jugando con una pelota
confeccionada a base de su ropas.
El ruido que reinaba el lugar nada
tenía que envidiar al clamor de la más gigantesca y legendaria
batalla jamás librada.
En medio del barullo una voz grave y
cargada de autoridad resonó por todos el extenso territorio.
-Sentimos la espera a la que han sido
sometidos pero debía acabar el día para poder cerrar nuestras
puertas..
Miles de cabezas apuntaron con sus
miradas hacia arriba pues el mensaje parecía proceder de allí.
Después de unos segundos sin encontrar
al mensajero, la muchedumbre volvió a recobrar el habla.
-¡Es dios!- dijo alguien.
-¡Son los extraterrestres!.
-¡Es una campaña de marketing!-
exclamó otro.
Numerosas declaraciones se sucedieron
hasta que volvió a hablar la incorpórea voz provocando el
enmudecimiento general.
-Bienvenidos al purgatorio. Ahora se os
materializara un cuestionario para determinar vuestro acceso al Cielo
o al Infierno . Si mentís en vuestras respuestas, nuestro corrector
lo detectará y solo os perjudicareis a vosotros mismos, por lo tanto
ser sinceros.
-¿Es una broma? -gritó alguien.
-No es ninguna broma. Debido a la
enorme cantidad de solicitudes que recibimos todos los días y a los
recortes de personal que nos han impuesto, hemos elaborado dicho
cuestionario para facilitar los trámites y efectuar nuestra labor de
la manera más eficaz posible, evitando así grandes colas y
reduciendo el estrés de nuestros empleados.
-¡La hoja de reclamaciones!- exigió
entre risas un hombre que presentaba síntomas de embriaguez.
-Si tenéis alguna duda no dudéis en
presionar el botón de la parte superior de vuestro bolígrafo e
intentaremos solucionarla lo antes posible. Muchas gracias por su
atención.
Jones comenzó a emitir unas sonoras
carcajadas que asustaron a todo aquel que se encontraba en sus
alrededores.
“Hay burocracia hasta aquí. Creo que
conseguiré un ascenso rápidamente” - pensó mientras presionaba
el interruptor.
-Disculpe ¿Es usted la autoridad
competente para solucionar mi duda?
-Si ¿En que le puedo ayudar? -preguntó
un ángel surgido de la nada.
-Vera, es que desconozco si la ley del
Estado al que permanezco tiene vigencia aquí, o este lugar tiene su
propia jurisprudencia. Le aviso que de ser así, debería haber unos
estatutos claramente visibles con la legislación o me vería forzado
a recurrir a los órganos de justicia...