Cuando cierro los ojos me convierto en
aquel pirata que sonríe cuando el verdugo le deja a merced de la
soga, el hombre al que no le importa el peso de una corona ni la ley
de un ser imaginario.
Empuño la espada que asesta el golpe
mortal al dragón que custodiaba a la belleza divina.
A veces posó mis pies sobre la arena
cobriza de Marte y otras escuchó los lamentos de los fantasmas de la
injusticia humana.
Veo a un pueblo sometido al yugo de la
tiranía y la maldad, cuando abro mis parpados se materializa la
esclavitud de las mentiras y la inercia.
Soy portador del anillo de la
indecisión, vivo en la mente de un hombre sin voluntad que espera la
indicación de un camino inexistente.
Cuestionó la importancia de la unión
de sangre, desconfió de la amistad sin propósito, creo en la
necesidad animal de sentirte acompañado.
Experimento la metamorfosis pero me
resigno a ser una hiena.
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