lunes, 14 de marzo de 2016

Divagar

Cuando cierro los ojos me convierto en aquel pirata que sonríe cuando el verdugo le deja a merced de la soga, el hombre al que no le importa el peso de una corona ni la ley de un ser imaginario.
Empuño la espada que asesta el golpe mortal al dragón que custodiaba a la belleza divina.
A veces posó mis pies sobre la arena cobriza de Marte y otras escuchó los lamentos de los fantasmas de la injusticia humana.
Veo a un pueblo sometido al yugo de la tiranía y la maldad, cuando abro mis parpados se materializa la esclavitud de las mentiras y la inercia.
Soy portador del anillo de la indecisión, vivo en la mente de un hombre sin voluntad que espera la indicación de un camino inexistente.
Cuestionó la importancia de la unión de sangre, desconfió de la amistad sin propósito, creo en la necesidad animal de sentirte acompañado.
Experimento la metamorfosis pero me resigno a ser una hiena.


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